martes, 1 de junio de 2010

Pan líquido



Especial

MISIÓN GULA http://es.mc233.mail.yahoo.com/mc/compose?to=guias@miropopic.com%20%20
Se equivoca una vez más, señor Presidente, la cerveza es una necesidad nacional y las empresas Polar más todavía. La cerveza es tan vieja como el pan y debe tener unos 12 mil años de antigüedad. Si no fuera necesaria, no habría durado tanto, ¿no le parece? Las pruebas más antiguas de su fabricación datan de 3.500 años antes de Cristo y se ubican donde actualmente están sus amigos iraníes, cuando esas tierras se llamaban Elam.

¿Sabe cómo le dicen los checos a la cerveza? ¡Pan líquido! Es más, el nacimiento de ambos productos tiene un mismo origen.

Todo fue producto de la casualidad. Tanto para hacer pan como para hacer cerveza se requiere sólo de harina y agua. Si uno pone más harina que agua se produce una masa que luego de transforma en pan. Si uno pone más agua que harina y se deja fermentar se consigue cerveza. Así lo comenzaron a hacer en Mesopotamia, ahí, cerquita de Teherán, donde usted estuvo hace poco, dando lugar a un proceso que luego sufrió perfeccionamientos pero que básicamente es el mismo. Por eso se considera a la cerveza un alimento.

Es más. En algunas culturas, la cerveza tenía un carácter sagrado y al proceso de fermentación le atribuían propiedades mágicas. Hay ilustraciones antiguas donde se describen ofrendas de cerveza a los dioses. Hasta su nombre se deriva del de Ceres, que era la diosa de los cereales. Algunos historiadores hablan de una tabla asiria de 2.000 años a.C. donde se deja constancia de que la cerveza formaba parte de las provisiones del Arca de Noé.

Si no fuera importante no la habría subido a bordo, ¿verdad? Hubo una época en que a la gente le pagaban con cerveza, como ocurrió en Babilonia. Los que la fabricaban no estaban obligados a ir a la guerra pero sí debían ir a la cola de los ejércitos para asegurarles a los soldados el suministro de cerveza; si no, no peleaban. ¿Se imagina si llega a ganar Santos en Colombia y a usted se le ocurre darle la pelea y no está la Polar para abastecernos? ¡Ni Dios quiera!

No queremos ni guerra ni que Polar desparezca. Los checos son los que más cerveza beben en el mundo con un promedio de 160 litros, por eso son tan felices, más todavía desde que se alejaron del comunismo y comenzaron a disfrutar las ventajas de una sociedad de mercado. Les siguen los irlandeses con 155 litros y en tercer lugar están los alemanes con 127 litros.

Aquí nos conformamos con 85 litros, seguidos de los colombianos con 58, los chilenos con 52 y los mexicanos con 51. Estudios científicos han encontrado en la cerveza ciertos componentes que ayudan a prevenir el cáncer de próstata, mama, colon y ovarios. Este micronutriente se llama xantohumol y se encuentra en el lúpulo que se le agrega a la cebada durante la fermentación y es lo que le da aroma y sabor.

También actúa como antioxidante y puede reducir la acción del LDL, conocido como colesterol malo. Científicos británicos dicen que la cerveza clara consumida con regularidad ayuda a evitar el efecto dañino de la radiación solar. También ayuda a combatir el estrés y mejora la eficiencia del metabolismo ante dietas ricas en grasas. Cómo no va a ser importante la cerveza si casi un 90% de ella no es más que agua y como agua casi no hay, por más que llueva, no nos queda más remedio que saciar la sed con una polarcita bien fría.

Lo malo que tiene la cerveza es que su consumo en exceso dilata el estómago, pero eso entre sus partidarios ya es costumbre. ¿Sabe que casi la mitad de lo que pagamos por una cerveza se lo coge usted, perdón, el Gobierno? Pregunte en el Seniat cuál es la contribución tributaria de Polar y verá que sin ella no tendría ni para pagar la nómina del PSUV.

Menos ahora que el petróleo está bajando a millón y las reservas no alcanzan para tanta gente. La cerveza, para terminar, es la más popular de las bebidas del venezolano, incluso entre sus partidarios bolivarianos. Pregunte y verá. Forma parte de nuestro ADN. Y cuando dicen que este país está polarizado, es verdad. ¡Polar somos todos!